4 nov 2015

La intolerancia a la lactosa



La intolerancia a la lactosa es un tipo común de intolerancia alimenticia, debido a la carencia de lactasa, una enzima necesaria para digerir el azúcar de la leche (lactosa).
De acuerdo a las raíces de nuestros ancestros, existe o no, una alta probabilidad para desarrollar intolerancia a la lactosa siendo un adulto joven. Las poblaciones del norte de Europa dependían de la leche fresca de sus rebaños para sobrevivir lo crudo del invierno; sin embargo en África, Australasia, América, el Mediterráneo y Oriente Medio las poblaciones de adultos nunca dependieron de la leche fresca para sobrevivir, por lo que el que, el hecho que las vellosidades del intestino delgado continúen elaborando una enzima (lactasa) -destinada específicamente para un alimento que ya no se consume luego de destetados- no era una ventaja adaptativa; más bien representa un gasto de energía en una sociedad que carecía de abundantes fuentes energéticas para su alimentación.
SÍNTOMAS Y SIGNOS
Las características de una intolerancia a la lactosa no son específicas a este cuadro, por lo que no se puede hacer el diagnóstico basado en los síntomas. Las molestias se derivan del hecho que nosotros no podemos digerir la lactosa, por lo que los azúcares que constituyen la leche serán parcialmente aprovechados por las bacterias intestinales (nuestra flora) mediante la fermentación. En el proceso de destruir la lactosa las bacterias generan gran cantidad de gas (hidrógeno) que termina siendo expulsado como flatos o pedos junto a otro gas (metano). Antes de ser expulsado el gas distiende las paredes del intestino, generando inflamación local, dolor abdominal, embotamiento, hinchazón y hasta calambres; en no pocos casos los síntomas se acompañan de diarrea abundante, pues nuestro intestino conteniendo tanto azúcar sin digerir busca secretar líquido hacia el interior para diluirla.
Es menos frecuente, pero también pueden presentarse náuseas por la distención abdominal. Sin embargo la magnitud de los síntomas varía de persona a persona, dependiendo de la dieta y la capacidad que aun conserva su intestino delgado para producir lactasa. La falta de instrucción y formación médica adecuada hace que muchos bebés sean tratados cual intolerantes a la lactosa, cuando en realidad no lo son, pues la intolerancia primaria a la lactosa (bebés que no producen la enzima lactasa) en un cuadro poco común o muy raro. Sin embargo la intolerancia secundaria a la lactosa (que se desarrolla después del destete) es más común. Esto puede ocurrir temporalmente después de un brote de gastroenteritis (cuadro infeccioso de diarrea), pero a menudo mejora después de varias semanas cuando se recuperan las vellosidades intestinales.
La intolerancia también puede ocurrir en casos de deficiencia de hierro, que es tan común en nuestro país, pues la carencia interfiere con la digestión de la lactosa y la absorción.
¿CÓMO SABER SI LA TENGO?
El diagnóstico de intolerancia por lo general viene a dar una explicación a la sintomatología de tipo gastrointestinal que se presenta, etiqueta nuestro malestar; sin embargo en la gran mayoría de casos fue un autodiagnóstico equivocado, pues nunca se realizaron pruebas de laboratorio. El autodiagnóstico a menudo se hace subjetivamente y sin una cuidadosa correlación entre la ingestión de leche o productos lácteos y síntomas.
Pueden utilizarse varios métodos para diagnosticar la intolerancia a la lactosa, los más comunes son: Prueba de aliento (medición del hidrógeno espirado). Cuando la lactosa en el intestino delgado es fermentada por bacterias en vez de ser digerida, se produce más hidrógeno. Dieta de eliminación. Implica la estricta eliminación de los alimentos que contienen lactosa para ver si los síntomas mejoran. Si los síntomas vuelven a aparecer una vez que se vuelvan a introducir los alimentos, entonces intolerancia a la lactosa es la causa más probable.
Otra "prueba" barata y sencilla –pero menos fiable- es comparar si la persona puede tolerar mejor la leche deslactosada en lugar de leche normal. Las pruebas de laboratorio destinadas para la intolerancia a la lactosa aportan información muy valiosa. No sólo permiten confirmar la intolerancia a la lactosa y de ahí realizar modificaciones dietéticas, sino también pueden dirigir la atención médica hacia diagnosticar otros trastornos o enfermedades que son responsables de los síntomas que presentan, como ocurre con el síndrome de intestino irritable, también llamado colon irritable.
Ante las dudas, venga a la clínica, en Salubritas lo podemos asesorar.
¿QUÉ HACER?
Si una persona piensa que puede tener intolerancia a lactosa es importante mantener un diario de los alimentos que se consumen, en el cual anotar también los síntomas experimentados. Un diario de alimentos puede ayudarnos a establecer el diagnóstico correcto junto al médico. Hay alimentos que contienen lactosa sin que lo sepamos, por ello el diario alimenticio y conocer la siguiente lista es de utilidad:
  • Galletas, pasteles y muchos de los panes.
  • Cereales para el desayuno listos para comer.
  • Salsas de queso.
  • Sopas de crema.
  • Chocolate con leche.
  • Panqueques y wafles.
  • Huevos revueltos.
  • Barritas de granola.
Es importante no eliminar completamente los productos lácteos de la dieta si se sospecha de intolerancia a la lactosa, ya que los productos lácteos son fuentes ricas en nutrientes y calcio. Muchas personas con intolerancia a la lactosa pueden tolerar pequeñas cantidades de lactosa con síntomas mínimos; en ellos recomiendo el yogurt y los quesos duros o madurados; otras opciones de quesos son los frescos como la ricotta o cottage, pues tienen bajos niveles de lactosa.
En cuanto a la leche procure no beber más de un vaso de leche y que ésta sea entera, pues la grasa contenida en la leche hará que su paso del estómago hacia el intestino sea más lento, lo que facilita que la poca cantidad de enzimas disponibles pueda digerir la leche. Evite la leche semi- o des-cremada. La intolerancia a la lactosa puede ser tratada mediante tabletas de lactasa disponibles sin receta en las farmacias. Finalmente si se padece de intolerancia hará bien en tomar un suplemento de calcio diariamente, pues una dieta baja en calcio favorece además de la osteoporosis la hipertensión.
Existen sustitutos como las bebidas de avena, la bebida de almendras, la bebida de arroz, así como algunos alimentos ricos en calcio.
Dr. Murúa

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